¿Alguna vez ha estado en un chiquero de cerdos? Si lo ha estado, ha podido notar que los cerdos siempre están comiendo, todos están empujándose, aún a sus crías, para quitarse la comida entre ellos. Siempre sus hocicos están metidos en lo que les gusta sin importarle los demás. De la misma manera funcionan muchos matrimonios. Cada cónyuge tiene su hocico metido en lo que le interesa, piensa en si mismo, en sus intereses, logros, sueños, anhelos, y lo que le gustaría para si.
Eso se llama ¡Egoísmo! Este es una de las enfermedades mas terribles de las que sufre el ser humano y lamentablemente la vivimos y desarrollamos en nuestras familias. Muchos han ido al matrimonio por egoísmo, o sea, pensando solo en lo que pueden obtener o sacar de la otra persona. Esto lo notamos cuando decimos: “lo que me importa a mí, es ser feliz” “Me caso, porque no quiero estar solo (a)”. Estas son actitudes egoístas.
El egoísmo se manifiesta de muchas maneras. Una de ellas es por medio de la inmadurez. Por lo general comenzamos nuestra noviazgo con un amor inmaduro. Nos gusta estar con la persona amada por la manera en que nos hace sentir emocional y físicamente. Esto es así porque la inmadurez se concentra en recibir y no en dar. Los inmaduros son impacientes con los errores, deficiencias y defectos del otro; llevándolo a momentos de arrebatos de ira. Este amor inmaduro se auto protege porque solo provee para sus propias necesidades por encima de todo.
La solución para este problema es decidir crecer como personas. Proponerse dejar la inmadurez y aprender a compartir la vida y todo lo que somos y tenemos con nuestros seres queridos. Si no hacemos esto ese amor inmaduro no soportará la lucha y los momentos difíciles que toda pareja vive.
Otra manifestación de la inmadurez es “la insensibilidad”. Este elemento es capaz de destruir un matrimonio, familia o cualquier tipo de relación. Los insensibles no tienen ningún tipo de consideración para con los sentimientos o pensamientos de los demás. La insensibilidad camina junto con la falta de entendimiento y comprensión. Muchas mujeres se quejan de la insensibilidad de sus maridos. Ellas sienten que él no entiende las demandas del hogar, o que no le comprende cuando le habla de sus problemas.
Tengo un amigo que su esposa se encargó, por unos años, del trabajo duro mientras él estudiaba en la universidad. Ahora, años después, él está cuidando a los niños, dos o tres veces por semana, para que su esposa estudie su profesión. Eso es ser sensible a las necesidades y deseos del otro. ¿Lo eres tú?
Por último, la otra manera en como se manifiesta el amor egoísta es por medio de “la terquedad”. Toda persona egoísta es obstinada y testaruda. Muchas veces ninguno en la familia o en la pareja le gusta bajar la guardia, prefieren morir, antes que reconocer su error o pedir disculpas. La terquedad hace que algún miembro de la familia tome el control, y que los demás se sometan a él y sus decisiones, trayendo como consecuencia resentimientos, peleas y amargura. hay que aprender que en la familia todos deben someterse los unos a los otros; donde todos son valiosos y cada uno tiene algo que aportar a la relación. Por favor, deje de lado la terquedad y tome la decisión de ser más flexible y tolerante con los demás. ¡Deje el egoísmo!
La manera de comenzar a superar el egoísmo en la pareja es estableciendo las prioridades de cada uno de forma clara y en equipo, también trabajando cuales son las expectativas de cada uno; y conocer qué es lo que el otro espera de usted. Por último traten de unificar los patrones de conducta. Debido a que venimos de familias y crianza diferentes, necesitamos sentarnos y determinar cuales van a ser los patrones de la nueva familia.
Por favor no deje que el egoísmo destruya su familia y su felicidad. Desalójela lo más pronto posible, no le de más lugar en su vida ni en la de su familia. ¡No se rinda!
Pastor, Eliezer Pérez.