Gary Smalley dice: “Un hogar sano es donde cada persona se siente valorada, respetada y amada” Cuando observamos un hogar que se precia de ser sano, siempre vamos a encontrar que estos tres elementos juegan un papel sumamente importante. Todos deseamos tener familias sanas, pero lamentablemente no sabemos el cómo, o venimos de hogares disfuncionales donde aprendimos lo contrario a estos tres elementos.
Los hogares poco saludables presentan demasiada distancia entre la pareja. Los esposos no hablan lo suficiente, alguno de los dos es demasiado callado; también se nota una excesiva dedicación al trabajo que no deja tiempo para que la pareja se relacione entre si, debido a que alguno de los cónyuges pasa mucho tiempo fuera de la casa. Otra característica es un excesivo control ejercido por alguno de los cónyuges. El que ejerce este control toma las decisiones en todo sin tomar en cuenta la opinión de su pareja. Esto anula a la otra persona y le hace sentir que no tiene ningún valor para la relación, llenándole de una ira que se va reprimiendo hasta explotar. Cuando estos elementos se juntan en el hogar no permiten que la relación familiar sea sana y perdurable.
Para tener una relación saludable, la familia debe experimentar libertad de poder pensar por si misma. Esto genera seguridad en cada uno de los miembros, debido a que las ideas y opiniones de cada uno es oída y respetada, aún cuando no se este de acuerdo. Algunas familias se dicen: ¡Esa es una idea estúpida! ¡Haz lo que te digo y no preguntes nada! Sin embargo en una relación sana debe haber el estímulo a pensar y opinar. Deseamos que los hijos puedan hablar de sus planes e ideas y lo que les gustaría hacer y así aprender a tomar sus propias decisiones. También es importante que los esposos piensen y opinen con libertad y compartan sus ideas sin miedo. Esto hace a una familia libre y sana.
Otro elemento que desarrolla una convivencia sana es sentirse parte de una familia y estar conectados con ellos. Cada miembro debe sentirse que es parte de del grupo familiar y se le acepta como es. Una familia donde hay conexión se comparten los más profundos sentimientos unos a otros, disfrutan de estar y hacer cosas juntos. Las familias que juegan, salen, comen juntos y tienen aventuras permanecen unidas y crecen en la relación. Gary Smalley dice que cuando las personas sienten que no son parte de y que no están conectados con su familia buscan desarrollar adicciones. El dolor de relaciones vacías es tan grande que buscan maneras de subsanar ese sentimiento de vacío con algún placer adormecedor como droga, alcohol, sexo, comida, etc.
Para tener una familia saludable es necesario tener conversaciones íntimas, que van más allá de lo cotidiano. Tocarse físicamente de manera intencional. También es necesario estar allí en los momentos de crisis para llorar juntos, escuchar al otro, darnos consuelo y esperanza haciéndonos sentir que somos una familia en toda circunstancia. Es necesario planear unas buenas vacaciones al año donde todos participen y pasen tiempo juntos.
Recuerde, su familia es lo más importante y significativo que existe, el trabajo se acabará, los amigos se irán, el dinero se terminará y la fama y logros terminarán, pero lo único que perdura en el tiempo , si así lo cultivas, será la relación con tu familia, con tus hijos y tu cónyuge. Dale la mayor importancia y tendrás la mayor satisfacción de la vida. Recuerda, ¡No te rindas!
Pastor, Eliezer Pérez