Cuando leí este artículo pensé en ti como lector de “La Vida En Familia”, y hoy quiero compartirlo contigo, esperando que enriquezca mucho más tu relación matrimonial. Espero que sea de mucha reflexión y bendición para ti.
Este artículo fue tomado de la página “tora.org.ar” el cual es una Selección del libro “El río, La olla y el pájaro” escrito por Aharon Feldman.
La realidad del amor
El rabino Leib Jasman, famoso baal musar y mashgiaj [supervisor espiritual] de la Yeshivá de Jebrón, cierta vez vio a un estudiante comer pescado con gran apetito. “Dime, joven,” le preguntó, “¿Te gusta el pescado? El bajur contestó afirmativamente. “Si te gusta el pescado,” replicó el rabino Leib, “entonces deberías haber cuidado del que está en tu plato; deberías haberlo alimentado y tratado de hacerlo feliz. En vez de eso, lo estás devorando.” En lo que el estudiante buscó una respuesta correcta, el rabino Leib explicó: “Obviamente no te gusta el pescado. Te gustas a ti mismo.”
El rabino Leib estaba tratando de hacer notar que lo que la mayoría de la gente llama “amor” es en realidad amor por uno mismo. El amor vendido en la publicidad y en las pantallas de televisión en todo el mundo es meramente el amor egoísta de la satisfacción del placer. El romance descrito como un ideal es, generalmente, sólo una glorificación de algunos de los instintos básicos del hombre, una fantasía de gratificación física y emocional.
El verdadero amor, en contraste, existe cuando uno está dispuesto de ceder algo preciado para el beneficio de otra persona. Desarrollar una relación de amor no es un proceso instantáneo. Uno no puede amar a menos que algo haya provocado ese amor. Cuando una persona siente gratitud por los beneficios que otra persona le ha dado, cuando encuentra cualidades nobles en el otro, cuando siente que alguien está dedicado a él incondicionalmente, sólo entonces podrá amar verdadera y completamente a esa persona.
No es sorprendente que esta forma de amor no llega en los primeros años de matrimonio. Dos extraños que se han encontrado un limitado número de veces antes de convertirse en marido y mujer no pueden disfrutar de este grado de mutua devoción. El amor, en su sentido verdadero, sólo es posible entre dos personas que han pasado muchos años compartiendo experiencias, que han trabajado juntos hacia objetivos comunes, pasado sacrificios por el otro y construido una vida juntos. Debe ser comprendido que ello puede tomar décadas.
Es por esto que los primeros años de matrimonio son los más difíciles y por lo que la mayoría de los divorcios ocurren en este período. Por esta razón, entre otras, la Torá ordena que el hombre pase el primer año de matrimonio haciendo feliz a su mujer. Como el autor del Sefer HaJinuj explica, un hombre y su mujer, que empezaron casi como dos extraños, necesitan tiempo para acostumbrarse uno al otro. Una pareja recién casada necesita trabajar más durante el primer año de matrimonio que en ninguna otra etapa de su vida conyugal, aprendiendo a ser mutuamente compatibles. Esta obligación refleja la realidad del matrimonio y demuestra la ingenuidad de esperar que el amor empiece simultáneamente con el rompimiento del vaso matrimonial.
El matrimonio no puede comenzar con amor verdadero. Lo que debe estar presente al principio, sin embargo, es un fuerte compromiso de los dos cónyuges de dedicarse a ayudarse y servirse mutuamente como amigos de toda la vida. Esto significa que el marido debe comprometerse a tratar a su esposa tan bien como se trataría a sí mismo: satisfacer las necesidades físicas y emocionales de ella; asegurar su felicidad; no negarle nada que no se negaría a sí mismo y tratarla con todo respeto. Todo esto esta contenido en la prescripción de los Sabios acerca de las obligaciones del esposo a su esposa: “Debe amarla como a sí mismo y honrarla más que a sí mismo.” Esto significa que debe satisfacer sus necesidades tanto como él satisface las suyas, y debe preocuparse de hacerla sentir respetable a sus ojos (tanto como a los ojos de los demás), aun mas de lo que él se preocupa por sus propias necesidades y su propio respeto.
Ya que este compromiso hará sentir a cada cónyuge que su esposo o esposa genuinamente se preocupa por él o ella, éste es el primer paso y el camino más seguro para construir la unión emocional que los llevará a un matrimonio feliz.
Hay que notar que “enamoramiento” no es una pre-condición para casarse; lo que se necesita es un compromiso honesto de dedicarse totalmente a las necesidades de su esposa. Aun si faltan emociones intensas al principio del matrimonio, este compromiso apresurará el amor. , “La actitud de una persona es la imagen reflejada de la actitud de su amigo hacia él.” Actuar con devoción hacia la esposa iniciará un proceso que inevitablemente llevará a una profunda unión emocional.
Autor: Aharon Feldman
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