No es para nadie un secreto que todas las parejas tienen conflictos. Desde el momento que unen sus vidas, les guste o no, el conflicto es sencillamente inevitable. Cuando unimos nuestras vidas, también se unieron nuestros temores, heridas, debilidades, imperfecciones y todo nuestro equipaje emocional. Comenzamos a descubrir que nuestro cónyuge piensa, opina, y tiene puntos diametralmente opuesto a los míos, y eso causa discusiones y peleas.
Son las demandas de la vida las que ponen a prueba cuan firme y sólido es su amor por su cónyuge. Los problemas económicos, las circunstancias de salud, la crianza de los hijos, las demandas laborales y las diferencias con los suegros, son alguna de las cosas que hacen que aparezcan desacuerdos entre la pareja. Esto es lo habitual en una relación, el punto es saber como abordar estos problemas.
La manera que enfrentamos nuestras diferencias es lo que realmente causa más daño, ya que es en ese momento cuando tu orgullo es más fuerte y tus palabras son más ofensivas que nunca. Es en ese momento cuando tomas las peores decisiones y le abres la puerta al resentimiento sin que ninguno de los dos detenga esa situación.
Si algo es importante mantener en mente, en ese momento, es que tu matrimonio es sumamente valioso y que ninguna de las cosas por las cuales discutes es mas importante que el amor que tienes por tu pareja. Como matrimonio tienen que aprender a manejar las diferencias. Hay que pelear sin que se hagan daño y fracturen la relación.
Kendrick, En su libro “El Desafío del Amor”, nos anima a establecer algunos límites en el momento de las peleas. El habla de la necesidad de tener límites de pareja y los límites personales. Estos límites tienen que ser hablados de antemano. Aquí están los límites de pareja:
- Nunca mencionaremos el divorcio
- No traeremos a colación temas del pasado y sin relación
- Nunca pelearemos en público ni frente a nuestros hijos
- Nos tomaremos un descanso si el conflicto alcanza un nivel peligroso
- Nunca tocaremos al otro para hacerle daño
- Nunca descalificaremos al otro
- Nunca nos iremos a dormir enojados
- El fracaso no es un opción. Pase lo que pase lo resolveremos.
Los límites personales son reglas que practicas por tu cuenta. Aquí tienes algunos ejemplos:
- Escucharé con mucha atención antes de hablar. “Todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse” (Santiago 1:19)
- Abordaré mis propios problemas con franqueza. ¿Y por qué te preocupas por la astilla en el ojo de tu amigo,[a] cuando tú tienes un tronco en el tuyo? (Mateo 7:3)
- Hablaré con dulzura y no levantaré la voz. “La respuesta apacible desvía el enojo, pero las palabras ásperas encienden los ánimos”. (Proverbios 15:1)
Mi apreciado amigo (a), toma estos límites y discútelos con tu pareja y comiencen a practicarlos. Agréguenle otros que consideren necesarios para así sacarle más provecho a la discusión. Estos les ayudarán a pelear limpio. Recuerda, la mejor pelea es la que se evita. ¡No te rindas!