Vivimos en un mundo lleno de ira. Casi todos nosotros venimos de hogares o familias donde la ira ha sido más común de lo que pensamos. Es por esa razón que actuamos como lo hacemos, debido a que estamos cargados de resentimientos que se manifiestan en ira. Esa ira la descargamos sobre las personas que más amamos, causándoles un daño que les hará tan infeliz como a nosotros.
La ira tiene tres fuentes que son: el temor, la frustración y la ofensa. También puede ser una combinación de estas tres. En realidad el problema no es la ira, sino el resentimiento que se va acumulando en nuestro interior y que se expresa hacia nuestra vida familiar.
La mayoría, hemos enterrado nuestro enojo o resentimiento sin darnos cuenta lo que estamos haciendo. Lo sepultamos vivo y aunque quiera olvidarlo, quitarlo de su mente y corazón, siempre está allí para aguarle la fiesta. Es de esa manera que hace un daño, que al principio no se nota. Nos hace maltratar a nuestro cónyuge e hijos o se vuelve contra nosotros, causándonos depresión, ansiedad y culpa. Pretendemos que “no está allí” pero ahí está.
Debo aclarar que la ira es una emoción buena porque en su justa medida nos hace actuar, nos pone en acción, pero si dejamos que esa ira crezca y eche raíces estamos creando un problema potencial.
El Dr. Gary Smalley, en su libro “Para que el amor no se apague” dice: “La gente que vive resentida es como un campo minado. Si usted dice o hace algo equivocado, ¡boom¡ explotan. Y usted se queda pensando: no tenía idea de que una cosa como la que hice pudiera causar tal reacción” Lo que pasa es que el resentimiento se expresó en ira, que ni usted mismo entiende, mucho menos los que están a su lado.
Mi querido amigo, amiga, ¿es usted un campo minado? ¿tiene ataques de ira que no puede controlar? ¿cualquier cosa, por insignificante que sea, le saca de sus casillas? Por favor revise su vida y busque cuál es el resentimiento que le está haciendo actuar así y decida perdonar o pedir perdón y libérese de la ira.
Las personas iracundas, se reconocen por tener mal genio, son insensibles, negativas en todo momento y siempre tienen una actitud desagradable en general. Lo peor de esto, es que terminan envenenando a otros con su ira. La Biblia dice: “Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos”.( Hebreos 12:9 NTV)
Una de las consecuencias más desbastadoras de la ira, es que termina estableciendo una separación con las personas que se aman. Usted desea ser feliz en su matrimonio y quiere que las cosas marchen bien, pero es incapaz de mantener sus seres queridos cerca de usted, debido a la ira que desborda a cada instante. He conocido parejas o familias donde alguno de los cónyuges sufre de este terrible mal. A pesar de que se aman y conviven y buscan las maneras de solucionar los problemas, siempre la ira surge como un constante saboteador, que no permite que la relación entre los miembros de la familia sea cercana. En el tiempo, si el problema no se soluciona, lo más probable es que esa familia termine separándose, como resultado de la ira y el resentimiento.
Mi apreciado lector, si reconoces que hay resentimientos guardados en tu corazón contra tus padres, hermanos, algún familiar o cualquier persona, te animo a que comiences a trabajar, ahora mismo, en solucionarlos. La manera de hacerlo es pidiendo perdón y perdonando a los que te han hecho mal.
Si te percatas que es más difícil de lo que piensas, busca ayuda profesional y sométete a un tratamiento que te ayude a salir de la ira. No pierdas a tus seres queridos, por empeñarte en mantener tu actitud iracunda, no vale la pena. Recuerda, ¡No te rindas!
Pastor Eliezer Pérez.