Cuántas veces pierdes los estribos a pesar del gran amor que tienes por tus pequeños. Sin pensarlo alzas la voz profiriendo frases como estas: “…no sabes hacer nada bien …” “…eres un grandísimo flojo …””…cállate que estoy hablando…”. Reconozcámoslo, siempre no es fácil ejercer el rol de padres, con la debida compostura. Todos en algún momento hemos desempeñado este triste papel sin buenos resultados. Porque si somos sinceros, este procedimiento no es efectivo ni permanente en el tiempo.
1. ¿Porque gritamos?
a. Es a veces la técnica más rápida y más usada de llamar la atención del pequeño. Especialmente cuando hay cansancio o estamos ocupados o distraídos.
b. Porque ese es el modelo aprendido de nuestros padres.
c. Porque es el producto de la frustración, al no saber como educar adecuadamente a un niño con un carácter especial o con necesidades que no logramos captar o llenar.
2. ¿Porque no usar los gritos para corregir una conducta?
a. El niño se acostumbra a las descalificaciones, destruyendo así su autoestima.
b. Ya que usted es una autoridad en la vida del niño, sus mensajes serán creídos y él, empezará a actuar de acuerdo al mensaje que le esta modelando.
c. El niño no tendrá claro lo que es autoridad y autoritarismo ( abuso de poder ). El empezara a usar el mismo método para llamar la atención en el trato con otros, aun con usted mismo.
d. Usted al usar los gritos, revela ante el niño su propio descontrol y la ausencia de autoridad.
e. Aunque usted no lo crea, los gritos alteran el sistema nervioso del pequeño, produciendo efectos perjudiciales en su desarrollo.
f. Mantiene al niño en un estado de estrés permanente y nerviosismo. Sin nombrar el estrés y nerviosismo de los propios padres.
g. Puede producir el desarrollo de problemas mentales (depresión, complejos) y adicciones.
i. En ocasiones, es una forma de maltrato infantil y eso afecta moral y emocionalmente al niño para toda su vida.
Como puede observar, los gritos no son el mejor método de enseñanza. Permítame darle algunos pequeños tips para mejorar en este aspecto.
a. Recuerde que usted es el adulto y el niño en ocasiones no entiende o no puede entender lo que usted le esta pidiendo, por ejemplo: un niño no capta una lista larga de exigencias generales“… ve y arregla tu cuarto, saca al perro y haces la tarea…” Dele una orden a la vez aclarando lo que ella conlleva: : “… Arregla el cuarto, recogiendo la ropa regada que tienes en el, y la pones en la cesta…” “… ahora, ponle la correa al perro y lo sacas …”
b. En ocasiones, reclamamos acciones a los niños de las cuales ellos no tienen el control. Por ejemplo: Un niño muy pequeño que empieza a tomar los objetos, en su camino de aprendizaje, derramara la leche muchas veces, hasta que sus manos estén preparadas para hacerlo con eficacia. Un grito por su falla, produciría un efecto de desconcierto y frustración en el.
c. Si son dos los padres, cuando uno este cansado u ocupado, túrnense al presentarse una situación de conflicto con el pequeño.
c. Use el método de contar hasta 3 para tomar medidas de castigo al no recibir respuesta. Y cúmplalo.
d. Sea constante. Este claro con los limites y normas que desea sean obedecidas. No se rinda.
e. Si están los dos padres, es indispensable que haya un acuerdo entre ustedes para que el niño no observe contradicciones o contraordenes.
f. Trate a los niños como personas (pequeñas, pero personas pensantes), y otórguele el derecho de ser escuchado, de defenderse o de dialogar.
g. La comunicación, es la mejor herramienta del ser humano a la hora de comunicar una idea. Usémosla como seres racionales y no desestimemos al niño, tratándolo de manera descortés y sin delicadeza.
h. Existe una sola situación en que el grito es valido, y es ante un inminente peligro que pone en riesgo la vida del niño.
Poco a poco usted irá descubriendo nuevas formas de corregir a su hijo. La reacción del niño, ante el cambio a sus antiguas reacciones, le ira dictando la pauta de que va por buen camino. Mientras tanto, contrólese. Cuente hasta mil si es necesario, y piense antes de actuar. Recuerde, ¡No se rinda!
Ana M. Vargas