Mahatma Gandhi dijo: “Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo” Hay algo en cada uno de nosotros que nos hace querer corregir, mejorar, y modificar a la persona con quien vivimos. El asunto con esto es que en vez de enfocarnos en cambiarnos a nosotros mismos, perdemos nuestro tiempo tratando de cambiar al otro, trayendo así una gran pleito y frustración en la pareja.
Jesucristo dijo: “¿Y por qué te preocupas por la astilla en el ojo de tu amigo, cuando tú tienes un tronco en el tuyo? ¿Cómo puedes pensar en decirle a tu amigo: “Déjame ayudarte a sacar la astilla de tu ojo”, cuando tú no puedes ver más allá del tronco que está en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Primero quita el tronco de tu ojo; después verás lo suficientemente bien para ocuparte de la astilla en el ojo de tu amigo”. (Mateo 7:3-5 NTV)
Jesús establece que no debemos preocuparnos por cambiar a las otras personas. Sin embargo, tenemos que admitir que todos hemos intentado cambiar a nuestra pareja. Hemos querido hacerla a nuestra medida y transformarla para que sea mejor de lo que suponemos que es. Tenemos que quitar esta idea de nuestra mente, en especial, cuando se trata de nuestro compañero (a) de vida. Hay que dejar de manipular o empujar a nuestro cónyuge para que sea lo que nosotros queremos que sea.
¿Cuál es la razón para dejar de hacer esto? porque si la otra persona tiene una astilla en el ojo, tu tienes un tronco en el tuyo. En otras palabras, tu estás igual o peor que la otra persona. Mientras tu compañero tiene una pequeña astilla tu tienes un tronco que te impide ver. Tu tienes defectos, problemas, vicios, complejos y hábitos que posiblemente superan los de tu compañero (a).
Cuando nos enfocamos en cambiar al otro nos olvidamos que el problema está en nosotros, y buscamos disimular nuestros propios sentimientos de inferioridad. Al minimizar el valor de mi pareja busco enaltecer mi propia deficiente autoestima. Por eso en vez de enfocarte en cambiar a tu pareja, enfócate en cambiar tu.
Jesús continúa diciendo que primero debes quitar el tronco de tu propio ojo. Eso significa que tu eres responsable solo de cambiar a una solo persona, y esa persona eres tú. Nuestra tarea no consiste en cambiar a nadie que no sea a nosotros mismos.
Alguien dijo: “Quise cambiar al mundo y nada cambió, cambié yo y cambió todo” que tal si en los próximos días, meses y años te enfocas en cambiar tú, en buscar la manera de ser mejor como hijo, esposo (a), padre, madre, amigo, etc.
Comienza auto examinándote, observa tus defectos, tus malos hábitos, tu manera de hablar, tu forma de responder a tu pareja y el trato que le das a tus niños. Pregúntale a tu cónyuge y a tus hijos, qué ven de malo en ti, y decide trabajar en cada una de esas áreas de tu vida que necesitan ser cambiadas. Aun, si necesitas ayuda profesional para superar algunas cosas, no dudes en hacerlo.
Recuerda, no trates de cambiar a tu pareja, ¡es desgastador! Incluso, tomaría demasiado tiempo y al final lo único que conseguirás es alejarla de ti. Al contrario, decide cambiar tú, y de esa manera cambiará tu pareja y todo lo que esté a tu alrededor. ¡No te rindas!
Pastor, Eliezer Pérez.