¿Qué pasa hoy en día en las familias? Muchas se están separando y otras simplemente se aguantan y sobreviven. Y nosotros nos preguntamos ¿por qué está ocurriendo eso?, ¿cuáles son las causas? Algunas parejas piensan que es por la falta de contacto, otras a las muchas horas de trabajo, al distanciamiento y otras a la responsabilidad y a los compromisos con los hijos. Aún así, no puede generalizarse el tema. Cada familia es única. La convivencia es cosa de dos y hay que saber mantener el respeto y el cariño.
La familia: hijos y pareja
La familia surge de la consolidación de una pareja. Primero, los jóvenes se conocen y se enamoran. Durante ese período, ellos se comunican, hablan de sus proyectos, inquietudes, ideas e ideales, de sus deseos profundos, y también de sus miedos. Un día deciden casarse y formar una familia. La salud de la pareja, es decir, su forma de vivir, será lo que determine siempre el bienestar de la familia, y de los hijos. Si la pareja se desestabiliza, eso se reflejará en la familia.
Yo veo mucho problema desde aquí, hoy en día es muy sencillo casarse y divorciarse, es de lo más fácil llegar decir “no quiero más”, pero ¿qué tal si mejor recorremos el camino largo donde nos tenemos que aguantar lo que pase y como venga? Hoy en día muchas de las parejas tiran a la suerte el matrimonio y se casan sin realmente conocerse, sin saber qué pasará cuando tengan hijos. Nadie lo sabe, pero si te imaginas y te haces responsable de los hechos será más fácil cuando lleguen.
¿Quién decidirá la educación de los hijos?, ¿quién dejará de trabajar o cómo serán los horarios para atender a los hijos?, ¿cuántos hijos quieren? Y quizá desde antes ¿cómo te gustan las enfrijoladas? Es una pregunta muy sencilla pero muy complicada a la vez, y como ésta hay miles de preguntas que deben de ser contestadas y deben de conocerse antes de querer casarse y tener hijos.
Otra de las cuestiones importantes es que hoy en día muchas de las parejas se embarazan, tienen al hijo y luego se casan, o ni se conocen realmente y se casan. Efectivamente nunca terminamos de conocer a las personas, todos cambiamos continuamente día a día, pero es importante que tengamos las mismas metas para poder llegar a un mismo fin y no perderse en el camino.
Dificultades familiares e hijos
En muchos casos la llegada de los hijos hace crecer ciertas dificultades, que empeoran la relación de pareja por diversos motivos:
1. El aumento de responsabilidades. Adquiero la responsabilidad de un hijo hasta que él se pueda responsabilizar por él mismo.
2. La exaltación de la maternidad. La mujer deja de ser esposa y se convierte en sólo madre; el padre se puede sentir desplazado.
3. Maternidad y desarrollo profesional. Coincidencia del momento de la maternidad con el momento de desarrollo profesional. Exige que nos volquemos más en el trabajo.
4. Diferentes criterios educativos. La madre y el padre no concilian esos criterios y eso acaba provocando roces o distanciamiento entre la pareja.
5. Menos tiempo para la pareja. Los hijos muchas veces requieren más atención de lo normal y eso hace que los miembros de la pareja tengan menos tiempo para estar juntos.
6. Problemas económicos. Los apuros para llegar a fin de mes también influyen en la relación de pareja, así como la presión de las familias políticas, el exceso de trabajo fuera de casa, la ambición por alcanzar un mejor puesto de trabajo, un mejor salario, etcétera.
La comunicación marca la diferencia
Según algunos estudios, una de las diferencias más importantes entre las parejas que se llevan bien y las demás, es la profundidad de su comunicación. Con el tiempo, la comunicación en la pareja se va debilitando y empobreciendo. No se puede ignorar que somos dos personas distintas, con diferentes necesidades, inquietudes, deseos, y miedos. Nos cuesta reconocer y aceptar al otro tal como es. Frente a esas dificultades, muchas veces nos callamos y ahí es donde empieza el deterioro en la comunicación. Una cosa está clara: una pareja, por más tiempo que conviva, nunca deja de conocerse.
Una profunda relación de pareja depende de:
1. Una mayor profundidad en la comunicación.
2. Una mayor necesidad de mejorar nuestra capacidad de escucha. De entendimiento, de ponerse en lugar del otro.
3. Un mejor lenguaje no verbal. Las acciones dicen mucho más que las palabras.
Algún día nuestros hijos tendrán su propia pareja y se encontrarán con dificultades parecidas a las que nos enfrentamos hoy. Es necesario reflexionar y la pareja debe preguntarse: ¿hemos podido enseñarles o transmitirles cómo resolver sus problemas de pareja?, ¿les hemos preparado para superar sus dificultades? La respuesta estará en el núcleo familiar de hoy, en el ejemplo que le damos día a día. Por eso, no podemos conformarnos con ser una pareja mediocre. El bienestar de una pareja es una construcción diaria, y de dos.
Liliana Cosío Molina.