“Cuando dos personas se sienten atraídas y entran en el enamoramiento, todo viene dado, no hay que hacer nada, sólo sentir”, explica Anabel López, psicoanalista del Espacio Psicoanalítico de Barcelona. El problema comienza cuando la etapa del enamoramiento comienza a terminar y viene una nueva realidad. Algunas personas echan tanto de menos esa sensación maravillosa que piensan en la posibilidad de empezar de nuevo. Es en este tiempo donde ocurren muchos divorcios y se comienza a cuestionar la decisión de haberse casado con la persona correcta. Una manera de expresar ese sentimiento es: “Ya no siento lo mismo que antes”
Esto comienza a suceder cuando notamos que la otra persona no se viste como antes, es descuidada en su arreglo personal, no es tan dedicado como se pensaba y así muchas otras cosas más. En otras palabras, se llega a la realidad de haberse casado con un ser humano que tiene defectos y virtudes, pero que en este momento los defectos son vistos sin la cortina del enamoramiento.
Permítame decirle que este no es el fin del matrimonio, de su relación. No ha dejado de amar a esa persona, solo ha entrado en otra etapa, en la cual usted necesita desarrollar otras habilidades y profundizar en otros aspectos del amor verdadero. Como explica Anabel López: “En el enamoramiento, todo viene dado, no hay que hacer nada, solo sentir” La diferencia es que antes no hacíamos nada, solo sentir, mientras que ahora hay que remar, para sentir y amar.
Es ahora cuando se debe desarrollar la verdadera amistad. Un matrimonio duradero se caracteriza por que ha profundizado las raíces en la amistad. Se conocen, se aceptan, se confrontan, y se edifican uno al otro. Esta es la fase del amor verdadero, del amor comprometido, donde buscamos más el bienestar de la otra persona y no tanto el placer egoísta. Este amor es generoso y gratificante, mucho más duradero, maduro y placentero.
Cuando piense que ya no siente lo mismo, es porque seguramente ha llegado el momento de replantearse el amor. Anabel López nos plantea que: “se habla mucho de lo cotidiano, del trabajo, pero no de lo que siente o le pasa al otro. Pero hay que comunicarse para ir reformulando la relación, pensar en lo que necesita el otro, crear espacios de intimidad que no sean sólo sexuales, compartir aficiones…”.
En esta fase es importante hablar más de lo que se siente, tocar los aspectos emocionales que nos afectan o nos ayudan. Es pensar más en lo que necesita la otra persona. Estas necesidades pueden ser afectivas, emocionales, físicas o de colaboración. Es simplemente dejar el enfoque e uno mismo para enfocarse en el otro, eso es amor.
También es necesario crear espacios de intimidad, que no impliquen sexualidad. Es aquí donde el romanticismo juega un papel fundamental, es donde desarrollamos la capacidad de permanecer juntos, el atraernos el uno al otro y disfrutar de la compañía, de las buenas tertulias, de esos tiempos a solas, que cuando se dan, llegan a ser momentos de profundo conocimiento y reconocimiento del otro. Algo que ayuda mucho es compartir algún tipo de afición, de hobbies, donde ambos se sientan identificados.
Recuerde, no es que ya no siente lo mismo, es que ahora el amor demanda más de usted y de su pareja. No se detenga a lamentarse, haga un replanteamiento de esta nueva etapa y siga adelante, con el propósito de construir una saludable relación. “No se rinda”
Pastor, Eliezer Pérez.