Estos son los últimos cuatro errores que cometen las parejas al discutir. No dejes de leerlos y completar así el artículo. El conocer estos 12 errores te ayudarán a evitar caer en ellos cuando discutas con tu pareja. Una vez más les recuerdo que este artículo lo tomé de: http://www.buenvivir.org/matrimonio/errores.htm, a quienes doy todo el crédito. Aquí tienen lo que faltaba.
9. Todo a un mismo tiempo. No importa cuan largo sea el prontuario de crímenes de nuestra pareja, listado que mantenemos con una precisión que el mismo Satanás envidiaría de la cuenta que lleva por nuestros malos actos.
Si lo que honestamente deseamos es solucionar un problema y no solamente descargar nuestro odio contra el otro, entonces aprenderemos a concentrarnos en un punto a la vez. Es irreal e inmaduro esperar cambiar toda una personalidad y toda una vida con el desarrollo de una sola discusión.
Con calma, amor, paciencia y buena voluntad lograremos más metas de las que esperaríamos desde nuestra oscura aprensión. Y, de paso, nuestra pareja verá en nosotros mismos algunos cambios que anhelaba, si acaso nosotros mismos pusimos buena voluntad.
10. Agresiones. Si realmente deseamos conversar, el tono de voz alto e hiriente, casi a gritos, enerva y pone a la defensiva al cónyuge, quien probablemente reaccionará con gestos de réplica agresiva o descalificador hartazgo.
Como contraparte igualmente perniciosa se encuentra la costumbre de algunas personas por encerrarse en el mutismo o poner caras de rabia mal contenida aunque no digan nada al respecto.
Mantengamos un aspecto sereno, abierto al otro, con un tono y nivel de voz agradable, midiendo mucho las palabras y lo que decimos. Es un esfuerzo enorme, es verdad, pero sería muy vergonzoso reconocer que lo que en verdad queremos no es solucionar un problema sino maltratar al otro sin remordimientos.
Invitemos a nuestra pareja a escucharnos, abriéndole las puertas para expresarse con la misma cordialidad, donde la agresividad quede desterrada.
11. Rencor. Abandonar los rencores. Dejar de lado esa incapacidad de no poder soportar haber sido molestado en algo.
No se trata sólo de practicar la virtud cristiana, que a semejanza del buen Dios perdona culpa y delito, derritiendo todo en Su Corazón Misericordioso. Si no hay misericordia en la pareja no habrá Misericordia sobre ellos ni para con ellos. El rencor corrompe el alma, como un gusano vil que pudre los mejores frutos del amor de pareja. Allí queda la infame criatura diabólica, destruyendo todo buen sabor y recuerdo feliz.
El rencor mancha todos los momentos y no da paz al rencoroso sino hasta cuando puede descargar venganza sobre el ofensor de su orgullo.
Muchas discusiones no se tratan más que de ajustes de cuentas. Y es muy fácil que la hoguera de la discusión reviva y alimente a otras criaturas malignas.
Perdonar de corazón Como nosotros queremos ser perdonados, y olvidar las ofensas con la generosidad con que querríamos ver olvidadas las nuestras, es el modelo más seguro y garantizado de traer paz al matrimonio.
12. Retorno a la zona oscura. ¿Qué pareja no es particularmente más vil e insidiosa que aquellas que recaen en una discusión que dieron por superada? ¿Qué cónyuge no se ve presa de la mayor de las iras cuando ve al otro incurrir en aquello, en precisamente aquello que se dio por entendido y corregido?
Cuando la pareja aprendió a cambiar sus modelos y formas de discutir, cuando comprendimos el fondo y la forma de una buena y sana discusión, queda recomendar dos grandes medidas preventivas:
La primera es conversar en otros momentos, distintos a los de la discusión, el modo de seguir aplicando algunas de las salidas que se encontraron a los problemas y las formas que a partir de ese momento se aplicarán. Es muy importante que fuera de todo aroma de guerra, se asienten los pasos a seguir y se recompensen los logros. Del mismo modo, es vital que no se prolongue la discusión en el tiempo a causa de haber quedado mal cerrada. Todo tiene reparación con buena voluntad sin necesidad de mantener los sentimientos corrosivos.
La segunda, es más efectiva y segura. La oración en la vida de pareja es tan importante como la convivencia familiar o la vida de alcoba. Con oración, fe y humildad, y el deseo ardiente de vivir como buenos hijos de Dios, podremos avanzar con paso seguro, libres incluso de la acción perniciosa del Enemigo del matrimonio y de toda felicidad humana.
Pastor, Eliezer Pérez.