En esta oportunidad he invitado a mi esposa Ana Mercedes, para que comparta con ustedes algunos temas sobre la responsabilidad de educar a nuestros niños. Es para mí un placer permitirle escribir su experiencia y conocimiento del tema. Espero que sea de mucha ayuda para todos ustedes y en especial a todos los padres.
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Cuando hablamos de autoridad, estamos hablando de un poder otorgado por Dios, que nos hace responsables de una pequeña vida con una dependencia absoluta e incondicional de nosotros sus padres. El niño necesita enfrentar aquello para lo que esta totalmente desprovisto de experiencia. Conocer los “cómos y los por qué” de un universo de posibilidades que le llevarán a la victoria o a la derrota en su adultez.
En ocasiones, como padres no sabemos qué hacer con dicha autoridad. Podría encontrarse dudando sobre su efectividad o no en la vida del pequeño. Tal vez, se descubra enfrentado entre sus sentimientos hacia ese ser (lo voy a hacer sufrir, me va a odiar) y su enorme responsabilidad de sacar de él lo mejor. No se preocupe, todos nos hemos sentido incapaces en algunos momentos de la crianza de nuestros hijos y hemos tenido las mismas dudas al respecto. Bienvenido al club!!!!
Sin embargo, hay algunos puntos, dentro del tema, que deseo resaltar como importantes.
El deber y la responsabilidad debe prevalecer sobre las emociones y los sentimientos. Lo que hoy no entiende, y no comparte el niño, nos lo demandará cuando crezca; No nos gustaría escuchar frases de nuestros hijos adultos, como esta: ¿pero porqué no me obligaste?” ¿Porqué no me lo dijiste? ¿Porqué no lo impediste? Ejercer la autoridad, no depende de sus emociones, depende de su responsabilidad y deber de hacer lo mejor.
Otro punto a resaltar es, que el niño se siente amado cuando recibe límites y directrices de sus padres. En su ser interior, esto le da seguridad y le habla de cuidado y de amor. Del mismo modo en que usted se sentiría perdido en una carretera sin señalización, nuestros hijos se sienten perdidos sin autoridad que defina los límites o señales a seguir.
Para que exista una autoridad establecida entre padres e hijos, resulta indispensable que ésta se ejerza obteniendo una respuesta de aceptación. Cuando usted le dice a su hijo…”no subas la escalera” y la orden no es ejecutada, el dejar que el niño se salga con la suya, es decirle a su hijo: no importa si me obedeces, tu puedes pasar por encima de mi autoridad. No tengo ascendencia sobre ti. Tu tienes el control. Cuando un niño aprende a someterse a la autoridad de sus padres, se prepara para aceptar la autoridad que posteriormente, la sociedad ejercerá sobre el, en espera de aceptación.
Y por ultimo, si usted logra hacer un buen trabajo, el niño logrará, desde el hogar, controlar sus emociones y apetitos personales por lo que es más conveniente para todos “.
Puede ser difícil la travesía de ejercer la autoridad con propiedad, pero indudablemente, si hacemos un buen trabajo alcanzaremos el éxito que todo padre espera en la crianza. Así que no tenga temor de ejercer la autoridad con sus pequeños, ¡empiece ya! Sus resultados le asombrarán. ¡No se rinda!
Sra. Ana M. Vargas.